Era la víspera de Navidad en el Polo Norte. Dentro del taller de Santa, los duendes trabajaban con alegría fabricando juguetes para los niños de todo el mundo. La nieve caía suavemente y el aire estaba lleno de emoción… hasta que ocurrió algo inesperado.
—¡El trineo no vuela! —gritó uno de los duendes mecánicos, corriendo hacia Santa.
Santa se rascó la barba, preocupado. Sin su trineo mágico, no podría repartir los regalos esa noche.
—No podemos dejar que la Navidad se arruine —dijo Dulci, la duendecita jefa—. ¡Empujemos el trineo todos juntos!
Los duendes corrieron al establo y se alinearon detrás del trineo.
—¡Uno, dos, tres… empujen! —gritó Dulci.
Con todas sus fuerzas, intentaron moverlo… pero el trineo apenas se inmutó.
De repente, un suave tintineo de campanas se escuchó a lo lejos. Era Rudolf, el reno de nariz roja, que regresaba de buscar musgo especial para decorar el taller. Al ver la preocupación en los rostros de los duendes, se acercó de inmediato.
—¿Qué sucede? —preguntó Rudolf, con su nariz roja brillando intensamente.
Dulci explicó el problema con voz triste.
—¡Yo puedo ayudar! —dijo Rudolf decidido—. ¡Atadme al trineo y empujaré con ustedes!
Los duendes lo miraron con esperanza y se apresuraron a atar a Rudolf al trineo.
—¡Todos juntos! —gritó Santa, también empujando.
Con un gran esfuerzo, el trineo comenzó a moverse lentamente… y luego más rápido… ¡hasta que de repente se elevó en el aire!
—¡Lo logramos! —gritaron los duendes, saltando de alegría.
Santa, conmovido por la valentía y determinación de Rudolf, sonrió.
—Rudolf, tu coraje y tu espíritu navideño salvaron la Navidad —dijo con orgullo—. ¡De ahora en adelante, liderarás a todos los renos en nuestros vuelos mágicos!
Y así, con su brillante nariz guiando el camino, Rudolf voló al frente del trineo, iluminando la oscura noche de Navidad. Gracias a su valentía y al trabajo en equipo de todos, los regalos llegaron a tiempo a todos los niños del mundo.
Esa Navidad, todos aprendieron que, cuando trabajamos juntos con amor y determinación, ¡podemos lograr cosas extraordinarias!
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